Que el mundo hable de inclusión, queda bien, pero hacerla realidad queda aún mejor.
Poner a las personas con síndrome de Down en un anuncio, en la foto de empresa, en la página web del colegio o en la campaña de un político, queda bien. Pero, en ocasiones, detrás de todo esto, no hay más fin que ofrecer una imagen inclusiva. Quedar bien.
Esta breve guía, creada por la Fundación Asindown, invita a reflexionar sobre cómo nos relacionamos y actuamos con las personas con síndrome de Down. Una ayuda para llevar la apuesta por la inclusión al siguiente nivel.
Aplicarla de manera real y eficiente, queda mejor.
Quedamos bien en la foto del equipo, de la empresa, del colegio o del político. Y, aunque estamos encantados de visibilizar la diversidad, mejor si detrás de la imagen hay una apuesta real. Que los colegios y las empresas pongan a nuestra disposición los recursos que necesitamos, queda mejor. Que además de hacerse la foto, los políticos pongan en práctica políticas inclusivas, queda mejor. Ponerme en primera fila de la foto del equipo de deporte, queda bien. Darme las mismas oportunidades de jugar que a mis compañeros, queda mejor.
Entender y valorar que, aunque somos diferentes, tenemos los mismos derechos, queda mejor.
Lanzar discursos en torno al “todos somos iguales”, queda bien. Pero la realidad es que somos personas muy distintas y eso está genial. Entender y valorar la diversidad garantizando los derechos de todas las personas, queda mucho mejor. Si nos centramos en esto de aceptar y respetar las diferencias, iremos por buen camino.
Que la inclusión no entienda de caras, queda mejor.
¡Qué maravilla cuando nos contratan! Es un logro enorme que celebramos y agradecemos. Pero ojo, a veces, somos elegidos por nuestra apariencia, vinculada a clichés tales como que somos tiernos, adorables, todo bondad. O por el hecho de que nuestra discapacidad se reconozca a primera vista. Pero cuando elegirnos supone el rechazo de personas con otros tipos de discapacidad menos reconocible o menos etiquetada que la nuestra, esto no es inclusión. Más bien al contrario.
Hablarme conforme a mi edad, queda mejor.
Agradezco tu empatía y tus ganas de ayudarme pero, si quieres quedar mejor, háblame según mi edad.
Si tienes algo que decirme, seas camarero, médica o funcionario, queda mejor si te diriges a mí. No a mi madre, ni a mi amigo. A mí. Eso es quedar mejor. La inclusión es hablarme directo y adaptar tus palabras. No es tan complicado, ¡seguro que lo clavas! respeta mis decisiones y entiende que trabajo cada día para crecer en mi autonomía.
Apostar por mi autonomía, queda mejor.
Protegerme queda bien, pero solo si lo necesito y en la medida en que lo necesito. Pero queda mejor que me des todas las herramientas para ser independiente, tomar mis propias decisiones y vivir donde yo elija. La inclusión no es que me cuides siempre, es que me des las opciones para decidir cómo quiero vivir.
Favorecer una vida sentimental y sexual plena, queda mejor.
Queda bien naturalizar el amor y hablar de nuestro derecho a enamorarnos, pero queda mejor que recibamos educación sexual clara y adaptada, sin tabúes ni silencios incómodos. Es tan simple como hablar de ello con naturalidad y sin rodeos. Y queda aún mejor que dejes de juzgarnos cuando mostramos nuestro amor. Sí, también nos gusta besarnos.
Adaptar el lenguaje y los medios para una verdadera inclusión, queda mejor.
Parece que está todo hecho, ¿verdad? Pero cuando tú te quieres ver esa película nueva coreana bien que la buscas en tu idioma o le pones subtítulos. Pues quedaría aún mejor si tus propuestas culturales tienen en cuenta mis necesidades. Sí, un lenguaje sencillo, directo y con frases concretas. Eso queda de mucho mejor.
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